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Pterigión: Cómo prevenir y tratar esta condición ocular común

El pterigión es una condición ocular frecuente que afecta a muchas personas, especialmente aquellas expuestas a factores ambientales específicos. Este crecimiento anormal de tejido fibrovascular en la conjuntiva, la membrana delgada que cubre la parte blanca del ojo, puede generar molestias y, en casos avanzados, comprometer la visión. En este artículo, exploraremos en detalle qué es el pterigión, sus factores de riesgo, las estrategias de prevención y los tratamientos disponibles, incluyendo el uso de antiinflamatorios, antiangiogénicos y la cirugía con autoinjerto. Nuestro objetivo es proporcionar información precisa y detallada para ayudarte a entender y abordar esta afección.

¿Qué es el pterigión?

El pterigión, conocido comúnmente como “carnosidad” o “uña en el ojo”, es un crecimiento benigno de tejido fibrovascular que se origina en la conjuntiva y puede extenderse hacia la córnea. Este tejido, que suele presentarse como una masa elevada de color rojizo o blanquecino, crece típicamente desde el lado nasal del ojo hacia el centro, aunque también puede desarrollarse en el lado externo o afectar ambos ojos. Aunque no es canceroso, el pterigión puede causar síntomas molestos como enrojecimiento, irritación, sensación de cuerpo extraño, picazón y, en casos graves, visión borrosa o astigmatismo inducido por la alteración de la curvatura corneal.

Según información detallada en el sitio de Uno Visión, el pterigión está relacionado con cambios celulares en la conjuntiva desencadenados por factores ambientales, lo que lleva a una proliferación excesiva de tejido. Si no se trata, puede provocar complicaciones como ulceración corneal o pérdida de visión en casos extremos.

Factores de riesgo del pterigión

La aparición del pterigión está fuertemente asociada con ciertos factores de riesgo, muchos de los cuales están relacionados con el estilo de vida y las condiciones ambientales. Entre los principales factores se encuentran:

  • Exposición prolongada a la luz ultravioleta (UV): La radiación UV, especialmente en regiones con alta exposición solar como zonas tropicales o montañosas, es uno de los principales desencadenantes. Las personas que trabajan al aire libre, como agricultores, pescadores o albañiles, tienen un riesgo significativamente mayor.
  • Sequedad ocular: La falta de lubricación adecuada en la superficie ocular puede irritar la conjuntiva y favorecer el desarrollo del pterigión.
  • Frotamiento ocular frecuente: El hábito de frotarse los ojos repetidamente puede causar microtraumas en la conjuntiva, promoviendo la formación de tejido fibrovascular.
  • Exposición a irritantes ambientales: Factores como el polvo, el viento, el humo o el serrín pueden contribuir a la inflamación crónica de la conjuntiva.
  • Antecedentes familiares: Existe evidencia de que una predisposición genética puede aumentar la probabilidad de desarrollar pterigión.
  • Climas cálidos y secos: Las personas que viven en regiones con estas condiciones climáticas tienen una mayor incidencia de la afección.

Estos factores, especialmente la exposición UV y el frotamiento ocular, son críticos, ya que pueden evitarse o minimizarse con medidas preventivas adecuadas.

Prevención del pterigión

La prevención es clave para reducir el riesgo de desarrollar pterigión o evitar su progresión. Dado que la exposición a la luz UV es uno de los principales factores de riesgo, el uso de gafas de sol con protección UV es fundamental. Estas deben tener filtros que bloqueen el 100% de los rayos UVA y UVB. Además, el uso de sombreros de ala ancha o gorras puede proporcionar una barrera adicional contra la radiación solar.

Para combatir la sequedad ocular, se recomienda el uso de lágrimas artificiales para mantener la superficie ocular hidratada. Evitar el frotamiento ocular es igualmente importante, ya que este hábito puede exacerbar la irritación y contribuir al crecimiento del tejido anormal. En entornos con polvo o viento, el uso de gafas protectoras puede minimizar la exposición a irritantes. Estas medidas preventivas son especialmente relevantes para personas con profesiones al aire libre o que viven en climas soleados.

Tratamientos no quirúrgicos: Antiinflamatorios y antiangiogénicos

En casos de pterigión leve, donde el crecimiento es pequeño y no afecta la visión, los tratamientos no quirúrgicos pueden ser suficientes para aliviar los síntomas. Los medicamentos más comúnmente utilizados incluyen antiinflamatorios y, en ciertos casos, antiangiogénicos.

Antiinflamatorios

Los antiinflamatorios, como los corticosteroides tópicos (por ejemplo, gotas de prednisolona o dexametasona), se utilizan para reducir la inflamación, el enrojecimiento y la irritación causada por el pterigión. Estos medicamentos son particularmente útiles en casos de pterigión activo, donde hay inflamación significativa. Sin embargo, su uso debe ser supervisado por un oftalmólogo, ya que el uso prolongado de corticosteroides puede tener efectos secundarios, como aumento de la presión intraocular o riesgo de cataratas.

Para más información sobre cómo funcionan estos medicamentos, puedes consultar la página de antiinflamatorios, donde se detalla su aplicación en afecciones oculares.

Antiangiogénicos

Los antiangiogénicos, como el bevacizumab, son medicamentos que inhiben la formación de nuevos vasos sanguíneos, un componente clave en el crecimiento del pterigión. Estos fármacos, que se administran mediante inyecciones subconjuntivales o gotas, han mostrado resultados prometedores en la reducción del tamaño del pterigión y la prevención de su progresión, especialmente en casos recurrentes o muy vascularizados. Según información disponible sobre antiangiogénicos, estos tratamientos son una opción innovadora para pacientes que buscan evitar o retrasar la cirugía.

Sin embargo, los tratamientos no quirúrgicos no eliminan el pterigión, sino que ayudan a controlar los síntomas y, en algunos casos, a ralentizar su crecimiento. Por ello, es crucial un seguimiento regular con un oftalmólogo para evaluar la evolución de la lesión.

Cirugía con autoinjerto: La solución para casos avanzados

Cuando el pterigión crece significativamente, afecta la visión, provoca astigmatismo o causa molestias persistentes, la cirugía es el tratamiento de elección. La técnica más efectiva y ampliamente utilizada es la cirugía con autoinjerto conjuntival, que consiste en la extirpación del tejido anormal y su reemplazo con un injerto de conjuntiva sana del mismo paciente.

El procedimiento se realiza bajo anestesia local y es ambulatorio, lo que significa que el paciente puede regresar a casa el mismo día. Durante la cirugía, el oftalmólogo retira cuidadosamente el pterigión, asegurándose de eliminar todo el tejido fibrovascular para minimizar el riesgo de recurrencia. Posteriormente, se toma un pequeño fragmento de conjuntiva sana, generalmente de la parte superior del ojo, y se coloca en el área donde se extrajo el pterigión. Este injerto se fija con adhesivos tisulares (como pegamento de fibrina) o suturas absorbibles, lo que reduce la inflamación postoperatoria y mejora los resultados estéticos.

Nuestro artículo sobre autoinjertos explica que esta técnica tiene una tasa de recurrencia significativamente menor (alrededor del 5%) en comparación con la extirpación simple, que puede tener tasas de recurrencia de hasta el 10% o más, especialmente en pacientes con exposición continua a factores de riesgo.

Cuidados postoperatorios

El éxito de la cirugía depende en gran medida del cuidado postoperatorio. Los pacientes deben usar gotas antiinflamatorias y antibióticas para prevenir infecciones y reducir la inflamación. También se recomienda evitar la exposición solar, el polvo y el frotamiento ocular durante varias semanas. Un vendaje compresivo puede ser necesario durante las primeras 24-48 horas para asegurar la correcta adhesión del injerto. Las citas de seguimiento son esenciales para monitorear la cicatrización y detectar cualquier signo de recurrencia temprana.

Complicaciones y recurrencia del pterigión

Aunque la cirugía con autoinjerto es altamente efectiva, no está exenta de riesgos. Las complicaciones son raras, pero pueden incluir infecciones, pérdida de transparencia en la córnea o desprendimiento del injerto. La recurrencia del pterigión, aunque poco común con esta técnica, puede ocurrir, especialmente en pacientes que continúan expuestos a la luz UV o que no siguen las indicaciones postoperatorias. La recurrencia tiende a ser más agresiva, por lo que la prevención y el seguimiento son fundamentales.

Conclusión

El pterigión es una condición ocular común que, aunque benigna, puede causar molestias significativas y afectar la visión si no se trata adecuadamente. La prevención, mediante el uso de gafas de sol con protección UV, lágrimas artificiales y la evitación del frotamiento ocular, es la primera línea de defensa. Para casos leves, los antiinflamatorios y antiangiogénicos pueden aliviar los síntomas y retrasar la progresión, mientras que la cirugía con autoinjerto ofrece una solución definitiva para casos avanzados. Con un diagnóstico temprano, un tratamiento adecuado y un seguimiento regular, es posible controlar el pterigión y mejorar la calidad de vida de los pacientes. Si sospechas que puedes tener pterigión, consulta a un oftalmólogo para una evaluación completa y personalizada.

Redacción UNO

Especialistas en oftalmología

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